miércoles, 17 de septiembre de 2008

Desde tu ventana

Corres a la iniciación del día. Descubres tu verbo y te santiguas al hallar el significado de perder.Perdiste. Por eso corres la cortina y la contemplas:desnuda aún de la reciente noche, se pasea por su habitación que presupones húmeda y olorosa/ imaginas, ese olor suyo/. Recuerdas el contorno suave, fresco, oloroso de su vientre. Caracola, piensas, donde empalmé mis manos:conchanácar, piel-de-niño, ngora, gamuza / y sientes que vuelves -con la sola contemplación a través de tu ventana- a tocar esa carne que se descorre en pequeños granitos por los contornos: sus pechos, piensas, recuerdas, abrigados por estas manos que hoy sostienen la cortina / y repites el sabor de tu saliva, hoy sólo la tuya, sin la de ella; pero imaginas el gusto conjugado en tantos encuentros de sus labios con los tuyos que ahora soplan calor a los cristales y añaden otra cortina, opaca: sombra, piensas, fantasmas, alegoría, aparición, quimera / la contemplas contemplarse ante su espejo. Imaginas que ella sienten (sic) el frío que tú sientes hoy, esta mañana transparente que inicias sin ella, como desde hace ya dos semanas / y alcanzas a verla repetida en el espejo: dentro de él, como dentro de ti entonces, los labios conjugando las palabras, los muslos fundidos, ella fusible / rememoras ese calor / las miradas en una apoyando cualquier palabra que no recuerdas ahora / Un temblor te invade cada centímetro de tu cuerpo, se te empañan los ojos y miras que ella se desvanece más, que se te escapa. Solsticio, ocaso / ya no soportas esas ganas de gritar y golpearte contra el mundo. Sientes que las lágrimas se precipitan / ¿cómo? ¿tú no lloras? Crees que tienes un ápice de raza, de ese machismo que aprendes de tus gentes. No logras contener las lágrimas que te surcan la cara y tiemblas más, gimes, pierdes toda la visión que tienes de ella / Eso te taladra, te parte/ ella deja de ser silueta, sombra, fantasma: se opaca totalmente / luchas por retener algo de ella que se pierde sin que tú logres traspasar el cristal tuyo, el de ella, el de su espejo que ya no ves, pero que imaginas tu derrotista, tu vencedor; te piensas pendejo, animal, te compadeces a ti mismo y lloras más que nunca en silencio, mientras observas que desaparece tu cortinas de vaho y penetras nuevamente en su recámara que amanece junto con ella / todo sucede en un instante / ...ahora, te cercioras, ya no está en el espejo: queda el indicio que tu imaginación pretende retener para siempre / gimes con todas las ganas que te quedan / ... antes de volver a tu cama y adormecerte nuevamente piensas, sí, ya sólo me keda mirarla: igual todos los días.
Ariceaga, Alejandro; Eduardo Osorio (comp) "Desde tu ventana" en Cuentos alejandrinos en Obra alejandrina. IMC. México, 2007

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